A su regreso a Barcelona, Manolo García encontró a algunos de sus ex compañeros, junto a Jordi Vila ensayando nuevas canciones y algunos temas de su etapa anterior. Fue entonces cuando accedió a ser el vocalista de una hipotética nueva formación musical.
Una vez se decidió el nombre del grupo, Los Burros, el grupo empezó a actuar sin ni siquiera tener un contrato discográfico. Incluso comenzaron la grabación de los temas por propia cuenta, autoeditándose con la ayuda de Toni Coromina; una vez tenían parte de su álbum grabado no tuvieron problemas para firmar con la discográfica independiente Belter. Así, en 1983 sale al mercado Rebuznos de amor, álbum que combina el estilo sencillo de Los Rápidos con el surrealismo aportado por Quimi, con canciones como Huesos, Mi novia se llamaba Ramón, y otras canciones que ya constaban entre el material inédito de Los Rápidos, y posteriormente pasaron a formar parte del segundo álbum de Los Rápidos, que recopilaba dicho material. Es el caso de Conflicto armado, Disneylandia y Moscas aulladoras, perros silenciosos. Manolo pone la voz a todos los temas vocales y es el principal compositor de los temas, junto a Quimi Portet.
El mercado volvió a darle la espalda a Manolo García en esta nueva aventura musical, sin llegar a superar los 3.000 discos vendidos, a pesar de que la crítica se dedicó a ensalzarles. Belter fue a la quiebra cuando Los Burros ya tenían preparadas las maquetas para un próximo disco, dejando sin renovar la licencia de los discos que editó entre los que se encontraba Rebuznos de amor. Fue entonces cuando decidieron dar por acabada esta etapa.
Durante esta época, Manolo García y Quimi Portet junto a Jaime Gonzalo formaron una pequeña compañía de discos, llamada Discos Kriminales, en la que se dedicaron a producir algunos singles de unos pocos artistas allegados a los fundadores. Sacaron singles de Loquillo y Trogloditas, y algunos otros grupos de menor importancia como Primero Senguda, además de una gran cantidad de maquetas. Lograron que se editara un single de Kul de Mandril, Jamón de mono, que hasta ahora no habían conseguido producir. Sin embargo, al no verle demasiado futuro al negocio, decidieron dar por acabada la empresa.
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